Exponente del arte callejero italiano, Yama comenzó a pintar a mediados de los años 90, en un momento en que el movimiento del grafiti estadounidense estaba en pleno auge. Desde el principio, el artista quiso desvincularse del lenguaje estético americano para ir a la búsqueda de nuevos de origen italiano.
Atendiendo a su manera de entender el arte callejero, Yama encuentra en el futurismo su fuente de máxima inspiración gracias a obras de Giacomo Balla y Umberto Boccioni. El propio Yama define el futurismo como el movimiento predecesor del arte callejero, con el que tiene varios puntos en común. Y es que, más allá del estilo pictórico, ambos movimientos artísticos han predicho el futuro con asombroso éxito.
El futurismo, a principios del siglo XX, proyectó al hombre hacia el futuro inmediato: rápido, dinámico y fuerte. En los años 90 el arte gráfico quiso, y sigue queriendo, poner de manifiesto su clara voluntad de exponer y exaltar al individuo, un aspecto hoy más candente que nunca, eminentemente a través de las redes sociales, en las que muchos buscan autopromocionarse.
El estilo que se mezcla en las obras de Yama se adapta perfectamente al ADN de los productos Wilier Triestina, proyectados hacia el futuro y creados para potenciar el talento del hombre fuerte, del deportista que busca el máximo rendimiento de su dispositivo mecánico, como la bicicleta de triatlón y de contrarreloj Wilier Turbine, que atesora el know-how de la empresa italiana en búsqueda de la máxima velocidad.